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Propongo un recorrido para algunos de mis lugares favoritos en Buenos Aires que me parecen imperdibles, no sólo por sus propuestas artísticas, sino también como lugares a conocer por su historia y porque pueden ser posibles motores para la reflexión.
Para empezar en Avenida Costanera Sur, muy cerca de la Fuente de Las Nereidas, de Lola Mora, se encuentra la vieja Escuela de Bellas Artes “Ernesto de la Cárcova”, que funciona actualmente como el Museo de Calcos. Inaugurado en 1928, hoy reúne una excelente colección de calcos de obras maestras, que van desde el Arte Egipcio, pasando por el Arte Griego, Romano, el Arte Medieval, Gótico, el Renacimiento y el Arte Oriental. Lo que me resulta de ensueño cada vez que voy, es reencontrarme en Buenos Aires, con el David de Miguel Ángel. Y lo que me resulta lamentable, es comparar este romántico lugar con la actual situación edilicia del IUNA, me pregunto cuándo tendremos una universidad libre y gratuita digna.
La Oficina Proyectista es un lugar dedicado a la exposición de arte contemporáneo. Tiene una propuesta particular dentro del circuito artístico, porque nos invita a introducirnos en un edificio histórico de principios del siglo XX, ubicado en la misma manzana que el Cabildo. Me parece imperdible la experiencia de atravesar caminando la Plaza de Mayo y repasar su dinámica céntrica e histórica, para luego entrar en ese edificio, llegar a un sexto piso y encontrarse con el espacio reducido de una oficina, al servicio del arte y la reflexión. He visto muestras sumamente especiales en este espacio. Es una propuesta de Sonia Neuburguer y Pablo Caracuel.
Un lugar paradigmático para el contexto actual es el Centro Cultural Haroldo Conti, (ubicado en el predio de la ex ESMA) con su valiosa propuesta y puja política por la resignificación de los espacios. Un lugar para pensar la historia argentina desde un presente que nos desafía, en un lugar que funcionó como centro clandestino de detención y que es hoy un espacio de construcción de la memoria. En este momento se puede visitar la muestra colectiva Proyecto Bicente de la cual soy parte.
Otro lugar fundamental para conocer es la S.A.A.P. (Sociedad Argentina de Artistas Plásticos) fundada el 5 de diciembre de 1925, aspira a ser “una Institución Autónoma de carácter profesional artístico, con finalidades gremiales y culturales”, que agrupa un conjunto de los creadores en el campo de las Artes Plásticas. Esta “añeja” organización tiene objetivos que, creo yo, todavía no se ha logrado del todo. Me resulta fundamental comprender las dificultades que tenemos los artistas visuales en la Argentina por no tener un ente real que articule a la comunidad artística y que funcione como interlocutor con los agentes culturales para mejorar los derechos sociales de los artistas. ¿Me pregunto de qué vive un artista visual?
Y por último uno de mis lugares favoritos es el Museo Histórico Saavedra, lugar fascinante por sus instalaciones y su relación con el Parque y el barrio de Saavedra. Mi consejo: no perderse la sala de Léonie Matthis (1883-1952), pintora francesa radicada en Bs. As. A partir de sus pinturas (y su investigación) podemos repasar las modificaciones que tuvo el territorio de la Plaza de Mayo, desde la segunda fundación de Garay, describiendo un fuerte, luego una Buenos Aires aldea, y todo el proceso hasta finales del siglo XIX. La chacra donde se estableció el Museo perteneció al sobrino de Cornelio de Saavedra, Luis María Saavedra. Me interesa aquello que articula lo que en su momento funcionó como una residencia privada para luego convertirse en un espacio público, con el objetivo de preservar y poner en contacto a la comunidad con elementos concretos que ayudan a la reflexión de nuestra historia como país.
Gachi Rosati, abril 2011.
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